lunes, 19 de mayo de 2014

Piketty, Cuarón y la Reforma Energética

@JorgeMGalvan

En el debate público sobre la Reforma Energética en México aparecieron en semanas pasadas dos desplegados firmados por el director mexicano ganador del Óscar, Alfonso Cuarón.


Su primer desplegado planteó diez dudas dirigidas al Presidente Peña. Esta pertinente publicación abrió un debate público sobre el debate de la Reforma Energética. Se presentó una vertiente interesante que denostó a Alfonso Cuarón por involucrarse en un debate sobre el sector energético. A juicio de quienes le denostaron por ser un cineasta hablando de energía, este quedaba fuera de lugar (por decir lo menos) al realizar bajo su consideración una actividad impropia del ganador del Óscar.

Así como Thomas Piketty en su libro El Capital en el Siglo XXI destaca que la desigualdad es un asunto demasiado importante como para dejárselo a expertos, también lo es el sector energético en México, más porque supone ser una de las llaves que detone el nuevo desarrollo mexicano del siglo XXI. Coincido plenamente con el economista francés cuando afirma que la democracia nunca deberá ser suplantada por una república de expertos, mucho menos si estos son neofachas que insultan el valioso trabajo de un artista, cuyo trabajo en nuestra sociedad es precisamente interpretar y reinterpretar a esta realidad mexicana llamada a ser transformada como resultado de un diálogo amplio y plural.

En efecto, la distribución de la riqueza es un asunto demasiado importante como para dejárselo a los economistas, sociólogos , historiadores y filósofos. Está en el interés de todos, y eso es bueno. La realidad concreta y física de la desigualdad es visible a simple vista y naturalmente inspira argumentos políticos puntuales pero contradictorios. Campesina y noble, trabajadora y dueña de fábrica, mesera y banquera; cada una tiene su único punto de vista y ve aspectos importantes sobre cómo otras personas viven y qué relaciones de poder y dominación existen entre grupos sociales, y estas observaciones moldean los juicios de cada persona sobre qué es y que no es justo. Por ello siempre habrá una dimensión fundamentalmente subjetiva y psicológica de la desigualdad, que inevitablemente da lugar al conflicto político que ningún análisis científico puede aliviar. La democracia nunca deberá ser suplantada por una república de expertos – y eso es muy bueno. [1]



[1] Picketty, Thomas “El Capital en el siglo XXI” (Harvard, 2014), p. 2 La traducción del inglés al español es mía

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