domingo, 10 de mayo de 2015

El Teorema de Coase en el Pacto por México.

@JorgeMGalvan

La conformación del Pacto por México representó la integración de un espacio de negociación para alcanzar una agenda legislativa mínima que diera viabilidad a un nuevo gobierno e integrara posiciones de actores políticos con un peso legislativo relativamente alto identificado a través de su posición relativa dentro del Congreso de la Unión.

Los supuestos de “faltas de reformas” o la llamada parálisis electoral se descartan toda vez que han sido utilizados por algunos actores de forma mediática y no se sostienen en la realidad. Por el contrario, el establecimiento del Pacto por México como espacio de negociación responde a la supuesta existencia de una falta de reformas legislativas circunscritas al inicio de la nueva administración y no durante todo el período presidencial (seis años), es decir a una aducida falla del mercado político a los ojos de quienes lo integraron. Si analizamos las cifras de reformas constitucionales por sexenio, hasta ahora la presidencia en que se han promulgado más reformas es la de Felipe Calderón (108), seguida por el sexenio de Ernesto Zedillo (76). Asimismo durante los primeros 20 meses de la administración de Enrique Peña Nieto se promulgaron más reformas (66) que en todo el sexenio de Miguel de la Madrid (62), Carlos Salinas de Gortari (51), Luis Echeverría (40), López Portillo (34) y Vicente Fox (30).

Siguiendo con la aducida falla de mercado político en México dada la rigidez de su sistema constitucional de corte presidencial, observamos que el supuesto sobre el cual trabajaron los integrantes del Pacto por México se sostiene en la realidad toda vez que durante los primeros 18 meses de gobierno del Presidente Enrique Peña se realizaron más reformas constitucionales (51) que en el mismo período de los sexenios de Ernesto Zedillo (23), Calderón (20) y López Portillo (19). Por lo tanto el objetivo de llevar a cabo una serie de reformas constitucionales que diera viabilidad al proyecto de un nuevo gobierno e integrara posiciones de actores relevantes con precios políticos altos responde a su necesidad de reformar al comienzo de la administración y no como se ha aducido sin sustento a una supuesta parálisis legislativa.

El objetivo primitivo del Pacto por México fue el de abordar temas de interés común entre sus integrantes para conformar una agenda legislativa común al inicio del nuevo gobierno: los integrantes “fueron realizando diversos encuentros para abordar los temas de la agenda del cambio de gobierno. Inicialmente esas reuniones ocurrieron de manera bilateral, abordando temas de interés común de los partidos reunidos”.

Existe un supuesto importante y poderoso que hay que considerar entre los negociadores del Pacto por México y es que para ellos existe una deficiencia del sistema presidencial mexicano que imposibilita la formación de una agenda legislativa al inicio de un nuevo gobierno que otorgue viabilidad al proyecto de una nueva administración presidencial e integre las posiciones de otros actores relevantes en la formación de mayorías legislativas relativamente estables. Este supuesto es harto relevante debido a que de este se desprende la lectura compartida por los negociadores del Pacto de que las causas de la ineficacia de los gobiernos de nuestra democracia para llevar a cabo sus programas de gobierno ha sido la oposición en el Congreso, o la falta de mayorías relativamente estables que integren el punto ideal del nuevo gobierno.

El Pacto por México responde pues a la supuesta existencia de una externalidad negativa en la producción legislativa a los ojos de los negociadores y que es la falta de una agenda legislativa lo suficientemente estable al inicio de un nuevo gobierno en el Congreso como para sustentar la viabilidad del proyecto de la nueva administración y asegure la integración de posiciones de otros actores para alcanzar dicha estabilidad. Tenemos un Congreso en donde el partido político de la nueva administración, cuya representación dista de ser siquiera la mitad de la votación efectiva, es incapaz por sí mismo de reformar la Constitución para dar viabilidad a su nuevo programa de gobierno y no existen mecanismos ni incentivos a la negociación legislativa al inicio del gobierno.

La no incorporación de los costos productivos de la legislación no obedece a una conducta deliberada de las y los actores políticos, sino más bien a la existencia de fallas del mercado político dentro de un sistema presidencial multipartidista (entre 1997 y 2009 el índice Taagepera para medir el Número Efectivo de Partidos (NEP) del sistema es de 2.8). Hay muchas fallas de mercado político que tienen repercusiones sociales, una de las cuales es el desconocimiento (entre partidos) del precio de mercado y costos legislativos de cada partido político al inicio de un nuevo gobierno.

Cuando la asignación de los recursos políticos es inadecuada, el precio de mercado de cada partido político no refleja su valor político marginal ni su costo político marginal. Si el precio de mercado de cada partido político es conocido entre todos estos y el precio de todos sus factores de producción legislativa, el mercado político (en este caso puede ser una mesa del Pacto por México o bien un mecanismo que los forzara a negociar la conformación de un nuevo gobierno como en un sistema parlamentario) puede hacer una asignación óptima de los recursos, siempre que se cumpla la condición de que el costo y el ingreso marginal sean iguales.

El deterioro de la base productiva de la legislación al inicio de un nuevo gobierno impone un costo presente a la sociedad al no obtener productos concretos de su nuevo gobierno a lo largo del sexenio, así como un costo futuro por la renuncia a su utilización por parte del gobierno, es decir que existe un desgaste de la política a lo largo del sexenio reflejado en la renuncia del gobierno a entablar negociaciones con el legislativo. Este costo no monetario, cuyo valor no es fácil de conocer en el momento en que se produce, pero que se manifiesta con más claridad en el largo plazo, es el costo de escasez de la formación de una mayoría relativamente estable al inicio de un nuevo gobierno que dé viabilidad a su nuevo proyecto e integre posiciones de otras y otros actores para negociar dicha estabilidad. El no contar con información completa entre los partidos políticos en el momento en que se verifica el inicio del gobierno, impone un costo político, que se traduce en un menor bienestar político del nuevo gobierno y los demás partidos y arroja como resultado una estructura de costo político subvaluada al no ser incorporado ese costo político en el cálculo de costos productivos de la nueva legislatura.

La diferencia entre el precio de mercado de cada partido político y el costo legislativo de cada partido es una externalidad, es decir, una falla externa al mercado mismo que exige una intervención, temporal o selectiva, que permita incorporar todos los costos y beneficios que la actividad legislativa encierra.

La afirmación de que siempre que hay externalidades, las partes afectadas pueden unirse y llegar a un acuerdo por el que se internalice la externalidad y se garantice la eficiencia es lo que se conoce como Teorema de Coase. El Pacto por México como mecanismo alternativo de negociación legislativa al inicio de un nuevo gobierno cumplió con las dos condiciones del Teorema de Coase: (1) los costos de la negociación son bajos y (2) los derechos de propiedad están asignados. Por lo tanto, según el teorema, una vez que los derechos de propiedad quedan establecidos, la intervención pública deja de ser necesaria para tratar el problema de las externalidades. Las dos condiciones de Coase no representan otra cosa más que las condiciones necesarias y suficientes para la existencia de un pacto reformista como el Pacto por México.

La bondad del Pacto por México es que logró reducir los costos de negociación al inicio de un nuevo gobierno, situación que por sí mismo el sistema constitucional de corte presidencial no puede lograr; estos costos de negociación inclusive van aumentando conforme transcurre la administración y se acerca el período electoral intermedio. Los costos de negociación fueron relativamente bajos en el espacio del Pacto por México debido a existencia de redes informales entre los actores que lo integraron, es decir, el nivel de capital social acumulado entre los actores del Pacto por México a falta de algún mecanismo institucional que incentivara la negociación. Los derechos de propiedad que determinaron el precio de mercado de cada partido político fueron distribuidos en la conformación de la nueva legislatura a partir del 1º de septiembre de 2012 y el peso específico de cada partido político en esta.

Hasta ahora una de las mejores formas para cerrar el diferencial entre el precio de mercado de cada partido político y el costo legislativo de cada partido al inicio de un nuevo gobierno, más allá de mecanismos efectivos alternativos de negociación como el Pacto por México, es un sistema constitucional de corte semipresidencial o inclusive parlamentario. Si bien el Pacto por México no logró una actividad legislativa significativamente superior en términos absolutos con respecto a pasadas legislaturas, sí logró reducir los costos de negociación legislativa al inicio de una nueva administración. Es destacable dentro de estas conclusiones que en  un sistema presidencial como el mexicano, los costos de negociación al inicio de una administración son sustancialmente superiores a los de un sistema parlamentario debido a la rigidez en la integración del gobierno.


Bajo el supuesto de quienes integraron el Pacto por México, de que en México no se podía contar con una agenda mínima legislativa que diera viabilidad al nuevo programa de gobierno e integrara posiciones de otros actores para otorgar estabilidad legislativa a esta agenda, este mecanismo resultó eficiente en la medida en la que la supuesta externalidad fue corregida, aunque haya sido de manera coyuntural.

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